lunes, 16 de marzo de 2020

Aprender a vivir en igualdad es: ¡todo un reto!

                                                                               Son cosas de las que no parece que tengamos que hablar en el aula…
                                                                                                               pero, entonces, ¿dónde las aprendemos?
                                                                                                    Para lograr que la igualdad sea real necesitamos
                                                                                                                aprender a relacionarnos desde
                                                                                                       el respeto, la libertad y la responsabilidad.

Hoy sabemos que hombres y mujeres ya no crecen impulsados sólo por su naturaleza y las condiciones del suelo, el agua y el aire, sino que llegarán a ser de una u otra manera según la educación que les demos, los ejemplos que vean a su alrededor, la libertad de que disfruten. La educación es cada día más importante, pero no como molde que troquele por igual a tod@s, sino como ámbito de posibilidades ofrecidas para que cada un@ pueda elegir y desarrollar sus capacidades, sus deseos, sus aportes a la vida común. Pero, como siempre, esta nueva fase de la humanidad, tiene ventajas y desventajas.[1]

Las ventajas son enormes: ir conociendo las bases de nuestra cultura, de nuestros hábitos, de nuestros actos, nos permite ser más libres y también más felices. Para empezar, vivimos más tiempo y lo vivimos organizando nuestra vida en la manera que nos parece mejor, aunque todavía con muchas limitaciones. Y un gran número de posibilidades aun no exploradas se abren ante los hombres y mujeres jóvenes.

Pero siempre hay alguna desventaja, y en este caso reinventar la vida y usar la libertad exige un cierto esfuerzo: ya nada es seguro al cien por cien ya no hay verdades eternas. Incluso la ciencia varía sus explicaciones más elaboradas a medida que avanza.

También muchos hombres se han dado cuenta de que se les encargaba una misión absurda e imposible, la de ser siempre los dominadores, los triunfadores, y que esto está lastimando su vida llevándolos a una muerte prematura. Y muchos hombres se están situando al lado de las mujeres para derribar el muro de prejuicios y abrir para los niños del futuro el paisaje de la libertad, en el que las niñas han comenzado ya a entrar hace unos años. Cómo no es tarea fácil, hay que encontrar métodos para hacerlo, no sea que nos lancemos sin recursos contra un muro demasiado espeso y nos lastimemos.[2]

Diversas leyes han creado las condiciones del cambio, han hecho posibles los cambios individuales, las opciones antes vedadas. Pero las leyes no pueden cambiar las mentalidades, y todavía en nuestras mentalidades quedan demasiados rastros de hábitos antiguos, de prejuicios negativos que hay que erradicar.
Cambiar las mentalidades es tarea de tod@s; crear los instrumentos para hacerlo es tarea de quienes han avanzado ya en este camino y han sistematizado los métodos de cambio, son los responsables de construir un método fácil, sencillo, casi un juego, para que podamos analizar lo que pensamos, ponerlo a prueba, modificar nuestros hábitos, ampliar nuestra libertad.

En definitiva, para que podamos construirnos y reconstruirnos conscientemente y de acuerdo con nuestros valores y nuestras necesidades, y que esta tarea no sea complicada y dura.
Aún falta mucho por hacer. La distancia entre la igualdad legal y la igualdad real sigue siendo abismal. O lo que es lo mismo, aunque las leyes no permiten la discriminación de las mujeres en ningún ámbito público o privado, la realidad, que es muy difícil de cambiar, se empeña en lo contrario. Por ejemplo, las mujeres cobran menos, ocupan los puestos más precarios, se ocupan mayoritariamente de las labores del hogar, del cuidado y educación de los más pequeños y de las personas dependientes. Siguen contando con menos representación en los espacios de dirección política, empresarial, cultural o científica y su historia sigue sin figurar en los libros de texto. No queremos aburrir con estadísticas, pero en este caso hacer las sumas y comparar los números dan una idea muy certera de cómo está la situación. Y es claramente desigual:

ü  las parejas: ¿sabías que por cada hombre que abandona su puesto de trabajo por razones familiares, lo hacen 27 mujeres?

ü  ¿Y sabías que el tiempo invertido en el trabajo doméstico por las mujeres es de un promedio de 5 horas y 59 minutos al día; cuando el de los hombres es de sólo 2 horas y 20 minutos al día.
Pero –se puede pensar- ¡esto no me afecta a mí! Sin embargo, tod@ os imaginamos cómo seremos dentro de unos años, con quién compartiremos nuestra vida, de qué forma organizaremos nuestro tiempo y qué metas conseguiremos. El futuro está en el presente, porque de alguna forma, todo lo que seremos lo estamos poniendo en práctica hoy. Por eso, con este aporte proponemos un viaje para aprender a compartir la vida en igualdad.
Una vida en la que no sólo cabe el trabajo fuera de casa, sino cosas tan importantes como el amor o la amistad, el cuidado de los seres que queremos, resolver los conflictos sin violencia, cuidarnos y cuidar y todas esas cosas importantes que hacen que los días sean mucho más agradables.
El problema es que no siempre somos realmente conscientes de la herencia que se ha ido transmitiendo a lo largo de los siglos.
Aprender a vivir en igualdad es: ¡todo un reto!




[1] CÓMO COMPARTIR LA VIDA EN IGUALDAD
[2] Subirats, Marina. Guía para chicos y chicas.
La educación mixta es un mandato legal resguardado en la ley de educación 26206“ (Argentina)

viernes, 13 de marzo de 2020

El acceso de las mujeres a la universidad en Argentina

El Gobierno declaró el 2018 como el "Año del Centenario de la Reforma Universitaria" para "evocar, analizar y actualizar el legado de esta gesta" estudiantil.

La Reforma Universitaria de 1918  tuvo sus orígenes en el movimiento estudiantil que se inició en el año 1918 en la Universidad Nacional de Córdoba, y "sentó las principales bases del actual sistema universitario Nacional, tales como la autonomía universitaria, el cogobierno, la extensión universitaria, la libertad y periodicidad de las cátedras".

Acompañando el objetivo propuesto por el Gobierno Nacional, podemos repasar el proceso de acceso de las mujeres a los estudios universitarios en Argentina; el cual se dio también en un clima de debate acerca de la educación femenina y de la capacidad que ellas tenían para el conocimiento.
A pesar de que la Constitución de 1853 reconociera los mismos derechos a ambos sexos, no surgió de esto que ellas pudieran ejercer su derecho a la educación superior sin mayores obstáculos.

En 1810, Manuel Belgrano sostenía, en el Correo de Comercio, periódico que fundó hacia fines del Virreinato, que la educación de la mujer era la piedra fundamental de una nueva nación. Belgrano consideró a su vez la necesidad de crear escuelas públicas para niñas.
Belgrano y Rivadavia primero, y más tarde Sarmiento, defendieron la educación de la mujer en un momento en el que la expansión de la educación primaria tenía como objetivo prioritario la construcción de identidades nacionales y la homogeneización de las poblaciones en determinados valores.

En 1830 se empezó a publicar La Aljaba, dedicada al bello sexo femenino, escrito por Petrona  Rosende de Sierra. Este fue el primer periódico femenino de nuestro país y en él se defendió la educación de las mujeres. Aunque sólo llegó a publicar dieciséis números, el impacto de esta publicación fue importante.
En 1878, Sarmiento publicó el artículo "La emancipación de la mujer" en Educación Común. En 1881, Sarmiento dio un paso más a favor de la educación femenina al anunciar en el "Monitor de la Educación" el premio Juana Manso, destinado a "la señorita o señora que mejor lea en un concurso anual". Este premio significaba además un homenaje a Juana Manso, escritora y educadora amiga de Sarmiento, a quien él había confiado en 1859 la dirección de la Escuela Mixta Número 1 y la redacción y distribución de los "Anales de la Educación Común".
Durante la presidencia de Sarmiento, el Congreso de la Nación autorizó en 1869, la creación de Escuelas Normales. La primera se abrió en 1870 en Paraná.
Las escuelas normales se constituyeron en una experiencia exitosa de educación secundaria para las mujeres y prepararon el camino para la demanda de estudios universitarios por parte de ellas.
El centro del problema eran las condiciones planteadas por la revolución industrial y el proceso de urbanización que hacían  replantearse el rol tradicional del trabajo de la mujer" (Cucuzza, 1997).
  • Acceso femenino a las carreras universitarias menores
Dos universidades existían en ese momento en nuestro país: la de Córdoba y la de Buenos Aires, y cuatro orientaciones: Medicina, Derecho, Filosofía y Letras y Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. La absoluta mayoría de los estudiantes estaban concentrados en las dos primeras, que eran las de mayor prestigio. En la Facultad de Medicina se ofrecían carreras menores, a las que se podía acceder y/o obtener el título sin haber realizado estudios secundarios y en muchos casos sin siquiera tener estudios primarios completos. Para obtener el título de Odontóloga y de Obstetra, se requería rendir un examen libre.
A partir de 1900, se graduaron en todas las promociones alrededor del 30% de mujeres. Farmacia constituía un título intermedio de la carrera de Medicina.
Para inscribirse se necesitaban estudios secundarios. En el siglo XIX, tres mujeres se recibieron de farmacéuticas y aspiraron luego a Medicina: Elida Passo; Julieta Lanteri, recibida en 1897 y Fanny Bache Banchardt, graduada un año después. Estas dos últimas se recibieron de médicas en el siglo XX.
La primera mujer que en Argentina obtuvo un título de una carrera superior fue Cecilia Grierson, quien ingresó a la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires poco tiempo después de que Élida Passo lograra hacerlo con un recurso judicial.
Por último agregaremos que, si bien se trató de un fenómeno que puede enmarcarse en un contexto latinoamericano, nuestro país, fue uno de los cinco países latinoamericanos que vieron mujeres en las aulas universitarias durante el siglo XIX.  Este hecho coincidió con el auge de la inmigración, y con el predominio de corrientes de pensamiento positivistas entre nuestros círculos intelectuales.

miércoles, 11 de marzo de 2020

Las primeras universitarias latinoamericanas


En Latinoamérica, el acceso de las mujeres a los estudios universitarios se produjo a partir de la década de 1880 y también la carrera de medicina tuvo un rol protagónico. Fueron cinco los países latinoamericanos que incorporaron mujeres a la universidad en el siglo XIX: Brasil, México, Chile, Cuba y Argentina.


Germán Rama (1987) caracteriza a la política educativa llevada a cabo en América Latina por dos aspectos centrales: la expansión en la educación elemental en el marco de una función socializadora dirigida a la homogeneización de la población alrededor de un conjunto básico de códigos y valores y el desarrollo de la enseñanza media y superior dentro de una orientación humanística y enciclopedista destinada a la formación de élites dirigentes.
El debate acerca de la educación femenina tuvo también lugar en la Latinoamérica decimonónica. Las mujeres habían cumplido un importante rol en las luchas por la independencia: organizaron veladas y tertulias, principalmente las de clases medias y altas, que tenían  carácter  sociocultural  e intelectual  y que  ofrecían  un lugar de encuentro propicio para  reuniones  políticas;  prestaron  servicios en hospitales de campaña; intervinieron en numerosas escaramuzas  disfrazadas  de hombres; actuaron como espías y correos, tomando partido y apoyando decididamente las luchas por la independencia" (Sánchez Korrol, 2004).
La educación,  al  tiempo que  constituía  uno de  los  principales  reclamos femeninos, contribuía a fomentar  la conciencia  feminista.   Lavrin (1981) sostiene  que "los cambios en la situación de las mujeres  en  Argentina se deben principalmente al ímpetu de las mujeres instruidas de clase media". Sostenemos que las primeras universitarias constituyeron, con sus reclamos y producciones escritas, un importante antecedente de los estudios de educación y género.
La educación de las mujeres en Latinoamérica, según Miller (citada por Sánchez Korrol, 2004) debe considerar entre otros aspectos, la historia de las ideas sobre la educación femenina y esta historia fue importante desde mediados del siglo XIX.
Es  en  este  contexto  de  debate  de  ideas, que  las  mujeres  iniciaron  su  búsqueda  de  educación universitaria en Latinoamérica, casi medio siglo después de que las norteamericanas lograran hacerlo. No les resultó fácil ya que,  la educación universitaria estaba destinada a la formación de elites dirigentes.
La primera mujer latinoamericana que obtuvo su grado universitario fue Augusta Generoso Estrella, que se graduó de médica en la Geneva Medical School, en Estados Unidos (más tarde llamada universidad Hobart). Esta joven, como tantas otras de diferentes países, decidió viajar para acceder a estudios que les estaban negados en su país. No fue la única brasileña que estudió Medicina en Estados Unidos, también lo hicieron Josefa Águeda Felisbella y Mercedes de Oliveira.
El primer paso importante para  que las mujeres también pudieran  acceder a la educación universitaria, fue la creación de institutos de educación media para señoritas. Sin duda, los cambios económicos y culturales y las legislaciones vigentes constituían marcos que posibilitaban el acceso de las mujeres a los distintos niveles educativos.
En 1877, el  Ministro  de  Instrucción  Pública de Chile,  Miguel  Amunátegui,  dictó  el  decreto  que permitía a las chilenas ingresar a la universidad. En ese país, ingresaron a inicios de la década del 80 dos jóvenes  a  la  carrera  de  Medicina:   Eloísa Díaz   y   Ernestina Pérez.  La primera se licenció en Medicina  y  Farmacia   el  27  de  diciembre  de  1886  y  pocos días después, el 2 de enero de 1887 obtenía   e l título  de  Doctora  en  Medicina  y  Cirugía, transformándose  en  la  primera mujer de América del Sur en obtener un título en una universidad latinoamericana. El 6 de enero se graduó Ernestina.

Matilde Montoya
Durante ese mismo año, obtenían su título universitario Matilde Montoya, mexicana y la brasileña Rita López, ambas en medicina. Estas dos mujeres tuvieron que enfrentarse a las restricciones de la época y mostraron una firme voluntad de estudiar. Matilde Montoya, excelente alumna en la escuela primaria, fue rechazada en el examen de selección en la Escuela Normal por no tener la edad requerida para el ingreso, que era de dieciséis años. Ante el rechazo, su madre la impulsó a estudiar obstetricia, por lo que se matriculó en 1870 en los cursos de obstetricia de la Escuela Nacional de Medicina. Graduada, trabajó en el Hospital de San Andrés, donde se entrenó en operaciones de pequeña cirugía. Trabajó también en forma privada en Puebla llegando a tener una importante clientela, lo que le valió críticas. Esto la decidió a continuar sus estudios y en 1887 recibió el título de médica cirujana.
Por su parte, Rita López se matriculó en la Facultad de Medicina de Bahía. 
En la actualidad,  puede  observarse  como  la  emancipación, la  cooperación,  la  equidad,  la compatibilidad con el medio ambiente,  se han convertido en aspectos esenciales del desarrollo humano.
La educación  superior en particular  está  destinada  en primer lugar, a fomentar una  cultura  que  tome  en  consideración  la  equidad  entre  los  sexos, con  miras  a  promover el desarrollo humano sostenible y la paz.
No obstante, es todavía necesario seguir realizando acciones que estimulen una mayor  participación femenina  en el campo científico y tecnológico.

domingo, 8 de marzo de 2020

Belgrano como promotor del rol social de la mujer

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La provincia adhirió al decreto nacional que establece el 2020 como año belgraniano, con el objetivo de conmemorar los 250 años del nacimiento y el bicentenario de la muerte del creador de la Bandera. La norma encomienda a los ministerios de Educación y Cultura la realización de acciones tendientes a destacar, rememorar y reflexionar sobre su figura.

Con ese pedido, vale la pena mencionar a la historiadora Dra. Cristina Minutolo de Orsi, que ha dedicado muchos años de investigación a estudiar el pensamiento del Gral. Manuel Belgrano, a partir de cartas, publicaciones periodísticas y otros documentos. Explicó que el prócer  fue un adelantado en promover un nuevo rol para la mujer, distinto al que las encasillaba la sociedad de la época dentro del matrimonio y la crianza de los hijos. En ese marco, añadió, fue también pionera su labor promoviendo escuelas para mujeres con el fin de no solo desarrollar sus capacidades, sino también ayudar a que logren su emancipación.

A raíz de las Invasiones Inglesas de 1806 y 1807, las milicias urbanas de Buenos Aires fueron organizadas de manera permanente y semiprofesional, dando origen a las unidades militares que luego de la Revolución de Mayo de 1810 formaron los primeros ejércitos de las Provincias Unidas del Río de la Plata.
Ya, desde antes de la Independencia, las mujeres sirvieron a la Patria en diversas actividades, en la milicia o el ejército. Como apoyo desde la ciudad o acompañando a las tropas en campaña, hasta con niños y ancianos.

Actuaron como guerreras, enfermeras, cocineras, pulperas y “bomberas”, y siguieron a las milicias como guerreras o de apoyo a sus maridos y tropa en general.
Algunas más conocidas, como Manuela Pedraza, o Juana Azurduy. Otras menos conocidas o ignoradas, cuyos hechos heroicos se han perdido en el tiempo, pero que vale la pena rescatar. En el Alto Perú, el sistema de mujeres cuarteleras estaba tan bien establecido que incluso tenían el nombre de “rabonas” y en algunas unidades su número quintuplicaba al de los soldados.

La historiadora señaló que en reconocimiento a la labor de Belgrano en su campaña al Alto Perú, donde se desarrolló uno de los principales frentes de batalla contra los realistas, las mujeres de Potosí obsequiaron al prócer la famosa "Tarja"2, extraordinaria joya dedicada al "Protector del Continente Americano" que se conserva en el Museo Histórico Nacional.3

Los desvelos del Gral Manuel Belgrano, fueron más allá y, por ello  incentivó también a las mujeres jujeñas,  a la cría de gusanos de seda para fabricar telas. 

Estaba más que preocupado por las condiciones de vida de las mujeres humildes de su tiempo, pero además estaba convencido del rol cultural que ellas debían desempeñar en la sociedad. 

La literatura histórica ha reparado muy poco en el papel desempeñado por las mujeres y en las valoraciones que alcanzaron estas intervenciones durante la guerra revolucionaria, así como en la firme voluntad y propuestas de los grandes hombres de la historia para con las mujeres de su época.

Es cierto, como dice la historiografía escolar, que Manuel Belgrano es el Padre de la Patria. Sería justo agregar además que , fue el primero en preocuparse por las mujeres en el Río de la Plata.

En este día, en que recordamos la lucha femenina por lograr una mayor equidad social, se renueva nuestro agradecimiento al General Manuel Belgrano, que ya había puesto su atención y sus propuestas para con las mujeres en la naciente república Argentina.

Es a la vez, una ocasión más que pertinente, para renovar nuestro compromiso como sociedad humana y como argetin@s para poder llegar a cabo la equidad tan deseada, con objetivos que son internacionalmente propuestos y a los que nuestra Nación ha adherido.


Funes, 8 de Marzo de 2020.


  1. https://www.eltribuno.com/jujuy/nota/2014-11-7-0-0-0-las-ideas-de-belgrano-respecto-a-la-mujer-cristina-minutolo-de-orsi-instituto-nacional-belgraniano-pensamiento-de-manuel-belgrano-respecto-a-la-mujer
  2. Se trata de una joya de oro y plata que le fuera obsequiada al general Manuel Belgrano en 1813. De gran porte, mide 1,70 mts. de ancho por 1,03 mts. de alto.
  3. El objeto en sí, una compleja obra de platería,  formadas por follajes, frutas, flores, animales y figuras humanas, que se yuxtaponen o sobreponen las unas a las otras, para constituir un todo, proporcionado y esbelto en sus líneas generales, sin duda alguna. 
  4. La Joya, que le fuera obsequiada el 4 de julio de 1813, fue enviada por el general Manuel Belgrano en diciembre de 1813 al Gobierno de Buenos Aires, y fue exhibida al pueblo desde los balcones del Cabildo por cierto tiempo.
  5. Los orfebres de la Villa de Potosí,(entonces Alto Perú, actualmente República de Bolivia), realizaron esta joya de arte de la platería virreinal a pedido de las damas de Potosí. 
  6. Tanto, que en la misma Memoria, y como nota al pie de página, agrega: “Parecerá una paradoja esta proposición....Yo suplico al lector que .....examine por menor cuáles son los medios que tiene aquí la mujer para subsistir, qué ramas de industria hay a que se pueda aplicar, y le proporcionen ventajas, y de qué modo puede reportar utilidad de su trabajo: estoy seguro que a pocos pasos que dé en esta aspereza, el horror le retraerá, y no podrá menos que lastimarse conmigo de la miserable situación del sexo privilegiado, confesando que es el que más se debe atender por la necesidad en que se ve sumergido, y porque de su bienestar que debe resultar de su aplicación, nacerá, sin duda, la reforma de las costumbres y se difundirá al resto de la sociedad”.
  7. Belgrano, Manuel. Medios generales de fomentar la agricultura, animar la industria y proteger el comercio en un país agricultor. Memoria leída en el Consulado de Buenos Aires. 15 de junio de 1796. En Memorias Manuel Belgrano.
  8. Belgrano, Manuel. Utilidades que resultarán a esta provincia, y la península, del cultivo del lino y cáñamo; modo de hacerlo; la tierra más conveniente para él; modo de cosechar estos dos ramos; y por último se proponen los medios de empeñar a nuestros labradores para que se dediquen con constancia a este ramo de agricultura. Memoria leída en el Consulado de Buenos Aires, en 1797. En Memorias Manuel Belgrano.