sábado, 28 de febrero de 2015

Una mención a la tarea incesante y silenciosa de las instructoras del Liceo Aeronautico Miltar


Las Fuerzas Armadas, como agentes del Estado nacional deben adecuarse a los imperativos del régimen democrático y el estado de derecho. Ello implica modernizar la formación militar, elevando la calidad académica y de la instrucción y renovando el concepto de la[1] profesión militar en la Argentina.

El proceso de reforma de la educación militar y civil para la Defensa se inició en el año 2005 con la creación de una comisión especial para la evaluación del Sistema de Educación, Formación y Capacitación de las Fuerzas Armadas.
La Subsecretaría de Formación, en coordinación con las siete escuelas de formación de oficiales y suboficiales diseñó e impartió un Curso para Instructores Militares con el objeto de definir un modelo de transmisión de conocimientos, saberes y prácticas corporales de aplicación en la formación militar básica de cadetes y aspirantes de las tres Fuerzas Armadas.
Se determinó la necesidad de propiciar una reforma educativa que implicó adecuar la instrucción impartida en los Liceos Militares a los estándares internacionales y nacionales enunciados en los siguientes instrumentos:
Alférez Gisella Salas. Primera Instructora Femenina del L.A.M.. Cuerpo Comando
·         Convención sobre los Derechos del Niño (Ley 23.849);
·         Ley de Protección Integral de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes (Ley 26.061);
·        Protocolo facultativo de la Convención sobre derechos del niño relativo a la participación de niños en conflictos armados (Ley Nº 25. 616);   Ley de Educación Nacional (Ley Nº 26.206),las Resoluciones del Consejo Federal de Educación Nº 84 de fecha 15 de octubre de 2009 (y su Anexo "Lineamientos Políticos y Estratégicos de la Educación Secundaria Obligatoria), Nº 85 de fecha 15 de octubre de 2009, N° 86 de fecha 15 de octubre de 2009 y N° 87 de fecha 15 de octubre de 2009.

En el caso de la profesión militar, conforma  un concepto único de identidad y un sentimiento único de pertenencia.  Este concepto de unicidad en la identidad y pertenencia se logra a partir de una visión compartida de la historia,  de las notas distintivas -de la profesión y del profesional- y de los valores, que podrían considerarse los tres componentes básicos en la formación del ethos militar.
Esta visión compartida se materializa a partir de subordinar las particularidades de cada uno de los escalafones, cuerpos, armas, especialidades, servicios y cualquier otra de las tantas divisiones para el trabajo y de la estructura de la organización, a favor de un objetivo común que los integra.[2]

Cada una de las notas distintivas del profesional militar imprime a quien ejerce la profesión características propias en el desarrollo de su vida militar, que son las que influyen directamente sobre el tipo de conductas que lo distinguirán en el conjunto de la sociedad. Ellas son: la vocación de servicio, el sentido del deber, el trabajo en equipo y el espíritu de cuerpo. Tener vocación de servicio significa desarrollar la capacidad para identificar las necesidades legítimas de aquellos a los cuales servimos y luego tener la disposición para satisfacerlas.

S.A. Deolinda Beltzer
Subinstructora de mayor permanencia
en el Liceo Aeronáutico Militar
El sentido del deber implica que todas las acciones del profesional militar se orientan al cumplimiento de la misión.
El trabajo en equipo permite que la organización pueda aprender a aprender, utilizando la potencialidad y capacitación de cada uno de sus integrantes que son expertos en su especialidad.
Por último, el profesional militar, a medida que se va identificando con la organización, en un proceso de entrega personal hacia el grupo al que pertenece y de asumir como propios los valores, intereses y objetivos de éste, va construyendo el espíritu de cuerpo. Cuando existe un alto nivel de espíritu de cuerpo es porque sus integrantes han alcanzado un alto grado de pertenencia y por ende de integración. Se convierte así en un estado mental y emocional de la organización que es percibido por el resto de los grupos. El espíritu de cuerpo es dinámico y cambiante. Necesita del aporte constante de cada uno de los integrantes y el trabajo solidario en la conquista de un objetivo común.
En el ámbito de un instituto de nivel medio, como es el L.A.M., además de éstas condiciones que son compartidas en todos los institutos de formación,  se requiere, que, el instructor, sea además un educador, con capacidad de resistencia a la fatiga, compatible con un normal equilibrio físico.

En cuanto a lo intelectual, es importante  su agilidad y flexibilidad mental, capacidad crítica, claridad de ideas, objetividad, e independencia intelectual.

Y en el campo inmenso de las cualidades morales supone en el instructor o instructora, una decisión inquebrantable de mejorar permanentemente su acción educativa, debiendo reflejar una convicción cierta de que para él o la cadete es modelo de conducta, con una determinación de enseñar con el ejemplo...[3] 






[2] Cnl Ángel Ramón Delbón . La educación en valores en el ámbito militar  (2008)
[4] PRECURSOR: Raúl E. Goubat, con el grado de Teniente Primero del Ejército, ingresó al primer curso de la Escuela de Aviación Militar en Octubre de 1912. Al culminar su preparación obtendría de manera exitosa el Brevet - Internacional  nº 3 de Aviador Militar que otorgaba el Aero Club Argentino.
A su egreso fue designado Instructor de la EAM.