Las Fuerzas Armadas, como agentes del Estado
nacional deben adecuarse a los imperativos del régimen democrático y el estado
de derecho. Ello implica modernizar la formación militar, elevando la calidad
académica y de la instrucción y renovando el concepto de la[1]
profesión militar en la Argentina.
El proceso de reforma de la educación militar
y civil para la Defensa se inició en el año 2005 con la creación de una
comisión especial para la evaluación del Sistema de Educación, Formación y
Capacitación de las Fuerzas Armadas.
La Subsecretaría de Formación, en coordinación
con las siete escuelas de formación de oficiales y suboficiales diseñó e
impartió un Curso para Instructores Militares con el objeto de definir un
modelo de transmisión de conocimientos, saberes y prácticas corporales de
aplicación en la formación militar básica de cadetes y aspirantes de las tres
Fuerzas Armadas.
Se determinó la necesidad de propiciar una
reforma educativa que implicó adecuar la instrucción impartida en los
Liceos Militares a los estándares internacionales y nacionales
enunciados en los siguientes instrumentos:
Alférez Gisella Salas. Primera Instructora Femenina del L.A.M.. Cuerpo Comando |
·
Convención sobre los Derechos del Niño (Ley
23.849);
·
Ley de Protección Integral de los Derechos de
Niñas, Niños y Adolescentes (Ley 26.061);
· Protocolo facultativo de la Convención sobre
derechos del niño relativo a la participación de niños en conflictos armados
(Ley Nº 25. 616); Ley de Educación Nacional (Ley Nº 26.206),las Resoluciones del Consejo Federal de Educación
Nº 84 de fecha 15 de octubre de 2009 (y su Anexo "Lineamientos Políticos y
Estratégicos de la Educación Secundaria Obligatoria), Nº 85 de fecha 15 de
octubre de 2009, N° 86 de fecha 15 de octubre de 2009 y N° 87 de fecha 15 de
octubre de 2009.
En el caso de la profesión militar, conforma
un concepto único de identidad y un
sentimiento único de pertenencia. Este concepto de unicidad en la identidad y
pertenencia se logra a partir de una visión compartida de la historia, de las notas distintivas -de la profesión y
del profesional- y de los valores, que podrían considerarse los tres
componentes básicos en la formación del ethos militar.
Esta
visión compartida se materializa a partir de subordinar las particularidades de
cada uno de los escalafones, cuerpos, armas, especialidades, servicios y
cualquier otra de las tantas divisiones para el trabajo y de la estructura de
la organización, a favor de un objetivo común que los integra.[2]
Cada una de las notas distintivas del
profesional militar imprime a quien ejerce la profesión características propias
en el desarrollo de su vida militar, que son las que influyen directamente
sobre el tipo de conductas que lo distinguirán en el conjunto de la sociedad.
Ellas son: la vocación de servicio, el sentido del deber, el trabajo en equipo
y el espíritu de cuerpo. Tener vocación de servicio significa
desarrollar la capacidad para identificar las necesidades legítimas de aquellos
a los cuales servimos y luego tener la disposición para satisfacerlas.
S.A. Deolinda Beltzer Subinstructora de mayor permanencia en el Liceo Aeronáutico Militar |
El trabajo en equipo permite que la
organización pueda aprender a aprender, utilizando la potencialidad y
capacitación de cada uno de sus integrantes que son expertos en su
especialidad.
Por último, el profesional militar, a medida
que se va identificando con la organización, en un proceso de entrega personal
hacia el grupo al que pertenece y de asumir como propios los valores, intereses
y objetivos de éste, va construyendo el espíritu de cuerpo. Cuando
existe un alto nivel de espíritu de cuerpo es porque sus integrantes han
alcanzado un alto grado de pertenencia y por ende de integración. Se convierte
así en un estado mental y emocional de la organización que es percibido por el
resto de los grupos. El espíritu de cuerpo es dinámico y cambiante. Necesita
del aporte constante de cada uno de los integrantes y el trabajo solidario en la
conquista de un objetivo común.
En el ámbito de un instituto de nivel medio,
como es el L.A.M., además de éstas condiciones que son compartidas en todos los
institutos de formación, se requiere,
que, el instructor, sea además un educador, con capacidad de resistencia a la
fatiga, compatible con un normal equilibrio físico.
En cuanto a lo intelectual, es importante su agilidad y flexibilidad mental, capacidad crítica, claridad de ideas, objetividad, e independencia intelectual.
Y en el campo inmenso de las cualidades morales supone en el instructor o instructora, una decisión inquebrantable de mejorar permanentemente su acción educativa, debiendo reflejar una convicción cierta de que para él o la cadete es modelo de conducta, con una determinación de enseñar con el ejemplo...[3]
En cuanto a lo intelectual, es importante su agilidad y flexibilidad mental, capacidad crítica, claridad de ideas, objetividad, e independencia intelectual.
Y en el campo inmenso de las cualidades morales supone en el instructor o instructora, una decisión inquebrantable de mejorar permanentemente su acción educativa, debiendo reflejar una convicción cierta de que para él o la cadete es modelo de conducta, con una determinación de enseñar con el ejemplo...[3]
[2] Cnl Ángel Ramón Delbón . La educación
en valores en el ámbito militar (2008)
[4]
PRECURSOR: Raúl E. Goubat, con el grado de Teniente Primero del
Ejército, ingresó al primer curso
de la Escuela de Aviación Militar en Octubre de 1912. Al culminar su
preparación obtendría de manera exitosa el Brevet - Internacional nº 3 de
Aviador Militar que otorgaba el Aero Club Argentino.
A su egreso fue designado Instructor de la
EAM.