miércoles, 11 de marzo de 2020

Las primeras universitarias latinoamericanas


En Latinoamérica, el acceso de las mujeres a los estudios universitarios se produjo a partir de la década de 1880 y también la carrera de medicina tuvo un rol protagónico. Fueron cinco los países latinoamericanos que incorporaron mujeres a la universidad en el siglo XIX: Brasil, México, Chile, Cuba y Argentina.


Germán Rama (1987) caracteriza a la política educativa llevada a cabo en América Latina por dos aspectos centrales: la expansión en la educación elemental en el marco de una función socializadora dirigida a la homogeneización de la población alrededor de un conjunto básico de códigos y valores y el desarrollo de la enseñanza media y superior dentro de una orientación humanística y enciclopedista destinada a la formación de élites dirigentes.
El debate acerca de la educación femenina tuvo también lugar en la Latinoamérica decimonónica. Las mujeres habían cumplido un importante rol en las luchas por la independencia: organizaron veladas y tertulias, principalmente las de clases medias y altas, que tenían  carácter  sociocultural  e intelectual  y que  ofrecían  un lugar de encuentro propicio para  reuniones  políticas;  prestaron  servicios en hospitales de campaña; intervinieron en numerosas escaramuzas  disfrazadas  de hombres; actuaron como espías y correos, tomando partido y apoyando decididamente las luchas por la independencia" (Sánchez Korrol, 2004).
La educación,  al  tiempo que  constituía  uno de  los  principales  reclamos femeninos, contribuía a fomentar  la conciencia  feminista.   Lavrin (1981) sostiene  que "los cambios en la situación de las mujeres  en  Argentina se deben principalmente al ímpetu de las mujeres instruidas de clase media". Sostenemos que las primeras universitarias constituyeron, con sus reclamos y producciones escritas, un importante antecedente de los estudios de educación y género.
La educación de las mujeres en Latinoamérica, según Miller (citada por Sánchez Korrol, 2004) debe considerar entre otros aspectos, la historia de las ideas sobre la educación femenina y esta historia fue importante desde mediados del siglo XIX.
Es  en  este  contexto  de  debate  de  ideas, que  las  mujeres  iniciaron  su  búsqueda  de  educación universitaria en Latinoamérica, casi medio siglo después de que las norteamericanas lograran hacerlo. No les resultó fácil ya que,  la educación universitaria estaba destinada a la formación de elites dirigentes.
La primera mujer latinoamericana que obtuvo su grado universitario fue Augusta Generoso Estrella, que se graduó de médica en la Geneva Medical School, en Estados Unidos (más tarde llamada universidad Hobart). Esta joven, como tantas otras de diferentes países, decidió viajar para acceder a estudios que les estaban negados en su país. No fue la única brasileña que estudió Medicina en Estados Unidos, también lo hicieron Josefa Águeda Felisbella y Mercedes de Oliveira.
El primer paso importante para  que las mujeres también pudieran  acceder a la educación universitaria, fue la creación de institutos de educación media para señoritas. Sin duda, los cambios económicos y culturales y las legislaciones vigentes constituían marcos que posibilitaban el acceso de las mujeres a los distintos niveles educativos.
En 1877, el  Ministro  de  Instrucción  Pública de Chile,  Miguel  Amunátegui,  dictó  el  decreto  que permitía a las chilenas ingresar a la universidad. En ese país, ingresaron a inicios de la década del 80 dos jóvenes  a  la  carrera  de  Medicina:   Eloísa Díaz   y   Ernestina Pérez.  La primera se licenció en Medicina  y  Farmacia   el  27  de  diciembre  de  1886  y  pocos días después, el 2 de enero de 1887 obtenía   e l título  de  Doctora  en  Medicina  y  Cirugía, transformándose  en  la  primera mujer de América del Sur en obtener un título en una universidad latinoamericana. El 6 de enero se graduó Ernestina.

Matilde Montoya
Durante ese mismo año, obtenían su título universitario Matilde Montoya, mexicana y la brasileña Rita López, ambas en medicina. Estas dos mujeres tuvieron que enfrentarse a las restricciones de la época y mostraron una firme voluntad de estudiar. Matilde Montoya, excelente alumna en la escuela primaria, fue rechazada en el examen de selección en la Escuela Normal por no tener la edad requerida para el ingreso, que era de dieciséis años. Ante el rechazo, su madre la impulsó a estudiar obstetricia, por lo que se matriculó en 1870 en los cursos de obstetricia de la Escuela Nacional de Medicina. Graduada, trabajó en el Hospital de San Andrés, donde se entrenó en operaciones de pequeña cirugía. Trabajó también en forma privada en Puebla llegando a tener una importante clientela, lo que le valió críticas. Esto la decidió a continuar sus estudios y en 1887 recibió el título de médica cirujana.
Por su parte, Rita López se matriculó en la Facultad de Medicina de Bahía. 
En la actualidad,  puede  observarse  como  la  emancipación, la  cooperación,  la  equidad,  la compatibilidad con el medio ambiente,  se han convertido en aspectos esenciales del desarrollo humano.
La educación  superior en particular  está  destinada  en primer lugar, a fomentar una  cultura  que  tome  en  consideración  la  equidad  entre  los  sexos, con  miras  a  promover el desarrollo humano sostenible y la paz.
No obstante, es todavía necesario seguir realizando acciones que estimulen una mayor  participación femenina  en el campo científico y tecnológico.