La historia de la aviadora es
breve, e incluso más breve al hablar de la aviación militar. No obstante, es
una historia bastante distinguida. La
enorme participación de la mujer en la aviación durante la Segunda Guerra
Mundial sirvió como escalón para las aviadoras futuras.
En EE UU, fue en el año 1937, cuando la mujer llegó a formar parte de
la aviación militar. Se trató de seis mujeres que obtuvieron sus alas de
aviadoras de la Armada. Luego, en 1974, el Ejército permitió que la mujer se
uniera a las filas de los pilotos de helicópteros. Dos años más tarde, la
Fuerza Aérea finalmente aceptó las primeras diez mujeres estudiantes al
programa de capacitación para pilotos. Si bien para 1977 la mujer volaba en
todas las armas del servicio, las regulaciones específicamente prohibían que la
mujer volara aviones de combate durante un combate. (Wilson, 2001).
En nuestro país, Débora
Pontecorvo, nacida en Ciudad
Evita en 1981, es la primera aviadora militar de Argentina.
Premiada con el galardón "Domingo Faustino Sarmiento" a las mujeres
destacadas argentinas por el Senado de la Nación Argentina.
En 2007 obtuvo la licencia de
piloto de transporte Twin Otter en Comodoro Rivadavia y es la primera mujer
que lo logra.[1]
Débora es una de las primeras
cadetes mujeres de la historia de la Fuerza Aérea Argentina, junto a María
Jimena Polo, de 22 años, y Alejandra Lozano, de 24, aunque sólo ella se instaló
en el comando de un avión militar.
Sus compañeras optaron por ser
administradora financiera una y navegadora aérea la otra.
Débora realizó su bautismo como
piloto militar en un Beechcraft B-45 Mentor.
Con la participación cada vez
mayor de la mujer en la aviación militar, preguntas relacionadas con temas del género
en la cabina son sumamente relevantes.
Uno de los temas psicológicos más
importantes relacionado con el colocar a la mujer en la cabina es la
responsabilidad adicional de liderazgo que las mujeres tienen que asumir en el
mundo de la aviación. “Estudios en
psicología social han documentado que para una mujer resulta difícil asumir y
ser aceptada en un rol de liderazgo” (Hyde 1996).
Por otro lado, el tema de la
composición diferente del cuerpo de la mujer y del hombre tiene que tomarse en
cuenta para poder entender posibles áreas de inquietud para la mujer piloto.
Entre ambos géneros, hay
diferencias en la estructura del cuerpo. En
general, el hombre es más alto y cuenta con mayor longitud de brazo y
pierna con relación a la longitud del cuerpo de la mujer. La mujer tiende a tener caderas más anchas y hombros más angostos
(Greenhorn y Stevenson, 1997). Las manos más pequeñas es también una
característica general de la mujer.
La estructura más pequeña y la
masa del cuerpo de la mujer inciden en la fortaleza del cuerpo.
ALGUNOS DATOS DE INTERÉS
Incorporar a la mujer al mundo de
la aviación militar trae consigo temas relacionados con cuán bien le queda el
equipo apropiado (Self, 1999).
En el equipo protector contra
agentes químicos, los guantes son, por lo regular, bastante grandes para la
mujer. Recientemente, los monos de vuelo y los trajes anti-G se están
confeccionando a la medida y probando para personas más pequeñas.
La máscara de oxígeno de la
tripulación fue diseñada para el hombre promedio, no la mujer promedio. Por lo
tanto, las máscaras de la cara son, por lo regular, demasiado grandes para la
mujer piloto promedio. Además, los asientos de expulsión en los aviones de
combate están diseñados para el hombre promedio, quien es más grande que la
mujer promedio. Los nuevos diseños y la tecnología nueva están mejorando la
manera en que el equipo entalla, dándole a la mujer una oportunidad en la
cabina.
La antropometría como ciencia que estudia las medidas del cuerpo humano con el fin de establecer diferencias entre individuos, grupos, razas, etc. tiene su origen en el siglo XVIII en el desarrollo de estudios de antropometría racial comparativa.
En el presente, la antropometría cumple una función importante en el diseño industrial, en la industria de diseños de indumentaria, en la ergonomía, la biomecánica y en la arquitectura, donde se emplean datos estadísticos sobre la distribución de medidas corporales de la población para optimizar los productos.
Fue a partir de 1940, con la necesidad de datos antropométricos en la industria, específicamente la bélica y la aeronáutica, cuando la antropometría se consolida y desarrolla, debido al contexto bélico mundial.
Las dimensiones del cuerpo humano varían de acuerdo al sexo, edad, raza,
nivel socioeconómico, etc.; por lo que esta ciencia dedicada a
investigar, recopilar y analizar estos datos, resulta una directriz en
el diseño de los objetos y espacios arquitectónicos, al ser estos
contenedores o prolongaciones del cuerpo y que por lo tanto, deben estar
determinados por sus dimensiones.
Estas dimensiones son de dos tipos importantes: estructurales y funcionales.
Las estructurales son las de la cabeza, troncos y extremidades en posiciones estándar.
Mientras que las funcionales o dinámicas incluyen medidas tomadas
durante el movimiento realizado por el cuerpo en actividades
específicas.
Al conocer estos datos se conocen los espacios mínimos que el individuo
necesita para desenvolverse diariamente, los cuales deben de ser
considerados en el diseño de su entorno.
Salud
La mayor inquietud médica que
confronta la mujer piloto es el embarazo, en particular, el efecto en el
feto y la capacidad de rendimiento de una piloto embarazada. La posibilidad de
daños al feto durante las operaciones de vuelo es la mayor inquietud en
permitirle o no a la mujer el acceso ilimitado a todas las misiones de vuelo
militares (Lyons, 1992).
Exposición a la radiación es
siempre un riesgo al volar (tanto para el hombre como para la mujer),
especialmente a grandes altitudes. La radiación puede ocasionar malformación
congénita y retraso mental al feto durante las etapas más tempranas del
embarazo. El calor también podría constituir un problema para la piloto
embarazada. No obstante, la temperatura del cuerpo debe alcanzar los 102oF
antes de que ocurra algún daño al feto.
Mediante las investigaciones se
ha mostrado que la mujer embarazada cuenta con una tolerancia a las G reducida, a causa
de la tensión que el embarazo ocasiona en su cuerpo. El aumento de peso también
es un resultado del embarazo que puede obstaculizar a una piloto.
Además, algunas mujeres experimentan problemas psiquiátricos que pueden ocurrir
durante el embarazo y que, obviamente, afectarían su capacidad para volar
durante este tiempo.
Por lo tanto, se han impuesto
algunas restricciones a las mujeres que vuelan ciertos tipos de misiones
La mujer no puede volar durante
las 13 primeras semanas del embarazo ni durante las últimas 16 semanas. La
mujer puede volar, si se siente cómoda y segura, entre la 13ava semana y 24ava
semana del embarazo (Schwietz, 1999). La mujer piloto debe acatar ciertas
restricciones si vuela mientras está embarazada.
Otro tema de salud que es de
interés es el ciclo menstrual de la mujer. Es dudoso si el ciclo menstrual
se ve interrumpido o no, o que ocurren irregularidades, a causa del vuelo.
Algunos efectos no deseados en este período no constituyen un problema para
todas las mujeres. Los efectos del ciclo menstrual dependen de la persona.
De interés tanto para el hombre como la mujer en el mundo de la
aviación militar es la exposición al JP4, el combustible tóxico de los aviones
de reacción. En el libro titulado (Chemical Hazards of the Workplace) Peligros
químicos en el lugar de trabajo, se esbozan algunos de los problemas
relacionados con el JP4, el benceno.
Si el JP4 se absorbe a través de
la piel o se inhala, puede ocasionar depresión al sistema nervioso central y depresión al sistema hematopoyético. El
resultado tóxico más significativo del benceno es lesiones a la médula ósea que
pueden ser irreversibles. Tanto el hombre como la mujer están igual de sujetos
a los síntomas descriptos anteriormente.
Hasta este punto nos hemos
concentrado en la posibilidad de diferencias físicas y conductuales entre el
hombre y la mujer que son importantes para el vuelo. Quizás uno de los próximos
temas a tratar sea el de analizar acerca
de cómo aprenden a volar el hombre y la mujer.