La construcción de la identidad en cada niño/adolescente está
estrechamente ligada tanto con el ejercicio de aprender a ser autónomo
como con el ir insertándose paulatinamente en la sociedad que le rodea.
Si bien es cierto que ambas etapas son
fundamentales en el desarrollo de cada individuo, no es menor la importancia
que cobra el marco valórico en el que serán fundamentadas y vivenciadas.
Es en este sentido, en donde el papel de la
escuela es fundamental, al convertirse en un espacio en el que cada niño
pueda canalizar sus emociones, aptitudes y destrezas, al mismo tiempo que busca
la integración tanto con sus pares como con la comunidad en general.[1]
El proceso de socialización al interior de la
escuela debe fundamentarse en torno a un marco de valores que encuentre
significado en las palabras: afecto y respeto.
Se espera que, gracias a este trabajo grupal,
los adolescentes, puedan generar
criterios que les permitan tomar sus propias decisiones, orientadas hacia
una convivencia pacífica y respetuosa con los demás.[2]
El equipo de Género, ha participado del mismo, junto a la profesora Marcia Brédice, en la cátedra de Lengua,
1° Año: A, B y C.
[1]
“Los Estados
Partes respetarán el derecho del niño a la libertad de pensamiento, de
conciencia y de religión.
Los Estados Partes respetarán los derechos y
deberes de los padres y, en su caso, de los representantes legales, de guiar al
niño en el ejercicio de su derecho de modo conforme a la evolución de sus
facultades.
La libertad de profesar la propia religión o
las propias creencias estará sujeta únicamente a las limitaciones prescritas
por la ley que sean necesarias para proteger la seguridad, el orden, la moral o
la salud públicos o los derechos y libertades fundamentales de los demás.”
[2]UNICEF
va a la escuela para hablar sobre la libertad y la igualdad. Resultados del Concurso Regional de la Red de las Escuelas Asociadas de la UNESCO en
América Latina y el Caribe http://www.unicef.org/argentina/spanish/ar_insumos_educvaescuela3.PDF
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