El Gobierno declaró el 2018 como el "Año
del Centenario de la Reforma Universitaria" para "evocar, analizar y
actualizar el legado de esta gesta" estudiantil.
La Reforma Universitaria de 1918 tuvo sus
orígenes en el movimiento estudiantil que se inició en el año 1918 en la
Universidad Nacional de Córdoba, y "sentó las principales bases del actual
sistema universitario Nacional, tales como la autonomía universitaria, el
cogobierno, la extensión universitaria, la libertad y periodicidad de las
cátedras".
Acompañando el objetivo propuesto por el Gobierno
Nacional, podemos repasar el proceso de acceso de las mujeres a los estudios
universitarios en Argentina; el cual se dio también en un clima de debate
acerca de la educación femenina y de la capacidad que ellas tenían para el
conocimiento.
A pesar de que la Constitución de 1853 reconociera
los mismos derechos a ambos sexos, no surgió de esto que ellas pudieran ejercer
su derecho a la educación superior sin mayores obstáculos.
En 1810, Manuel Belgrano sostenía, en el Correo de Comercio,
periódico que fundó hacia fines del Virreinato, que la educación de la mujer
era la piedra fundamental de una nueva nación. Belgrano consideró a su vez la
necesidad de crear escuelas públicas para niñas.
Belgrano y Rivadavia primero, y más tarde Sarmiento,
defendieron la educación de la mujer en un momento en el que la expansión de la
educación primaria tenía como objetivo prioritario la construcción de
identidades nacionales y la homogeneización de las poblaciones en determinados
valores.
En 1830 se empezó a publicar La Aljaba, dedicada al bello
sexo femenino, escrito por Petrona
Rosende de Sierra. Este fue el
primer periódico femenino de nuestro país y en él se defendió la educación
de las mujeres. Aunque sólo llegó a publicar dieciséis números, el impacto de
esta publicación fue importante.
En 1878, Sarmiento publicó el artículo "La emancipación
de la mujer" en Educación Común. En 1881, Sarmiento dio un paso más a favor de la educación femenina al
anunciar en el "Monitor de la Educación" el premio Juana Manso,
destinado a "la señorita o señora que mejor lea en un concurso
anual". Este premio significaba además un homenaje a Juana Manso,
escritora y educadora amiga de Sarmiento, a quien él había confiado en 1859 la
dirección de la Escuela Mixta Número 1 y la redacción y distribución de los
"Anales de la Educación Común".
Durante la presidencia de Sarmiento, el Congreso de la Nación
autorizó en 1869, la creación de Escuelas Normales. La primera se abrió en 1870
en Paraná.
Las escuelas normales se constituyeron en una experiencia
exitosa de educación secundaria para las mujeres y prepararon el camino para la
demanda de estudios universitarios por parte de ellas.
El centro del problema eran las condiciones planteadas por la
revolución industrial y el proceso de urbanización que hacían replantearse el rol tradicional del trabajo
de la mujer" (Cucuzza, 1997).
- Acceso femenino a las carreras universitarias menores
Dos universidades existían en ese momento en nuestro país: la de Córdoba y la de Buenos Aires, y
cuatro orientaciones: Medicina, Derecho,
Filosofía y Letras y Ciencias Exactas, Físicas
y Naturales. La absoluta mayoría de los estudiantes estaban concentrados en
las dos primeras, que eran las de mayor prestigio. En la Facultad de Medicina
se ofrecían carreras menores, a las que se podía acceder y/o obtener el título
sin haber realizado estudios secundarios y en muchos casos sin siquiera tener
estudios primarios completos. Para obtener el título de Odontóloga y de
Obstetra, se requería rendir un examen libre.
A partir de 1900, se graduaron en todas las promociones
alrededor del 30% de mujeres. Farmacia constituía un título intermedio de la
carrera de Medicina.
Para inscribirse se necesitaban estudios secundarios. En el siglo XIX, tres mujeres se recibieron de farmacéuticas y aspiraron luego a Medicina: Elida Passo; Julieta Lanteri, recibida en 1897 y Fanny Bache Banchardt, graduada un año después. Estas dos últimas se recibieron de médicas en el siglo XX.
Para inscribirse se necesitaban estudios secundarios. En el siglo XIX, tres mujeres se recibieron de farmacéuticas y aspiraron luego a Medicina: Elida Passo; Julieta Lanteri, recibida en 1897 y Fanny Bache Banchardt, graduada un año después. Estas dos últimas se recibieron de médicas en el siglo XX.
La primera mujer que en
Argentina obtuvo un título de una carrera superior fue Cecilia Grierson, quien
ingresó a la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires poco tiempo
después de que Élida Passo lograra hacerlo con un recurso judicial.
Por último agregaremos que, si bien se trató de un
fenómeno que puede enmarcarse en un contexto latinoamericano, nuestro país, fue
uno de los cinco países latinoamericanos que vieron mujeres en las aulas
universitarias durante el siglo XIX. Este
hecho coincidió con el auge de la inmigración, y con el predominio de
corrientes de pensamiento positivistas entre nuestros círculos intelectuales.