"Reconocimiento de aportes
materiales y simbólicos de las mujeres"
El día 20 febrero de 2018, un grupo de 76 mujeres volvió a embarcarse en
la expedición rumbo a la Antártida. El objetivo: estudiar los efectos del
cambio climático y reivindicar el rol de la mujer en la ciencia. La propuesta cobró un sentido especial para
astrónomas, ingenieras, físicas, comunicadoras, médicas y científicas de
distintas partes del mundo que decidieron ser protagonistas de esta experiencia
planetaria.
Se trata de una innovadora
iniciativa de liderazgo, estrategia y ciencia, con la Antártida como telón de
fondo. Su objetivo es aumentar la influencia y el impacto de las mujeres con
antecedentes científicos, para incidir en la política y en la toma decisiones; empoderando
a mil mujeres en la Antártida en los próximos diez años.
Como no mencionar, en este día, a Eliana María Krawczyk, nacida en Oberá, Misiones, quién al tomar conocimiento
que la Armada Argentina abría sus puertas a las mujeres, dejó todo para poder
ingresar a la Escuela Naval Militar de Ensenada. Al llegar a Mar del Plata,
base de los submarinos, empezaría su carrera para convertirse en la primera
submarinista de la historia de la Armada Argentina. La Escuela de Submarinos,
es una institución que nunca había sumado mujeres a sus filas en 71 años de
historia. En 2012, Eliana, realizó el
curso y embarcó durante cuatro años en el submarino ARA Salta, luego cambió al
ARA San Juan, donde se desempeñaría con el cargo de Jefa de Armas, siendo
promovida en el 2017 a teniente de
navío.
Como se ve, hay mucho por valorar
en los aportes materiales y simbólicos de
las mujeres, en la entrega plena a un llamado vocacional y profesional. Mujeres
de todos los orígenes que sostienen la
vida, preservan culturas, custodian fronteras, ecosistemas y sistemas
productivos.
Mucho también que rememorar en
cuanto a logros por los derechos que
sólo hasta hace pocas décadas eran parciales o totalmente denegados, y
reformular las nociones de democracia, libertad, justicia, en términos que
alcancen a cobijar a la humanidad toda en sus diversidades, a la vida en todas
sus expresiones.
También muchos desafíos quedan
pendientes. La erosión de prácticas y relaciones socioeconómicas ligadas a la
subsistencia protagonizadas por mujeres a pesar de sus condiciones de
desventaja,[1] amerita
diseñar un nuevo paradigma de sostenibilidad de la vida humana.
“La división sexual de los
trabajos profesionales y domésticos entre hombres y mujeres no es resultado de
una conciliación entre ambos roles. Helena Hirata, socióloga e investigadora,
afirma que para tener una visión general de los trabajos, es importante reconceptualizar el trabajo de
la manera más amplia posible, es decir: el profesional y el doméstico,
remunerado o no, formal o informal. Porque si se excluye el trabajo doméstico
de la economía, invisibilizamos gran parte del trabajo de las mujeres”.
El tema no es nuevo. A pesar del
aumento de las mujeres en el mercado laboral en los últimos 45 años, el trabajo
doméstico y de cuidado sigue siendo responsabilidad de las mujeres.
Estamos en momentos de
inflexiones, de reflexiones y redefiniciones de las relaciones.
Instancia especialísima, para proponemos
enfatizar más, la práctica de principios
de otra economía superadora de la competitividad. En este nuevo espacio, ser capaces de reflexionar y distinguir entre colaborar y cooperar; porque,
mientras el primero subsidia, el segundo asume
responsabilidades en el grupo familiar.
El logro de la igualdad de género
no es solo un objetivo importante en sí mismo, sino que es además un factor capaz
de acelerar la obtención de un futuro sostenible para todas las personas.
Así la reciprocidad, la
solidaridad y la complementariedad serán claves para avanzar en este cambio de
paradigma.