Devaluar el concepto de
competición entendido éste únicamente en el ámbito selectivo.
Reconocer que el
conflicto de la competición debe estar orientado a superar
un objetivo y no a los
antagonistas.
Día Internacional del Deporte para el Desarrollo
y la Paz: 6 de abril
"El
deporte refleja los valores culturales básicos del marco cultural en el que se
desarrolla y por tanto actúa como ritual cultural o «transmisor de
cultura»" (Blanchard y Cheska, 1986:37).[1]
Sabemos que el deporte, desde un punto de vista moral,
no es sólo una situación motriz que está regulada por un reglamento y que
depende de una institución; es mucho más que eso.
La
enseñanza del deporte no puede estar únicamente influenciada por lo meramente
formal, en el sentido de que no sólo basta con enseñar la "forma" de
ese deporte. Hay que llegar mucho más lejos, partiendo desde lo más cercano al
alumno. Si antes hablábamos de lo
educativo del deporte; ahora hablaremos de lo cultural del mismo.
Se trata, pues, de
enseñar los valores culturales que rigen
a la actividad deportiva como uno de los elementos más importante para
conservar la identidad cultural y el respeto a las demás culturas, como un
derecho fundamental de los seres humanos así como un medio para formarnos como
personas, entre otros aspectos.
Vamos a diferenciar los valores intrínsecos al
deporte, por un lado; y por otro, los extrínsecos al mismo. Hay una
serie de valores que podrían definirse como intrínsecos a la actividad
deportiva por ser aquellos que el sujeto "experimenta"
contingentemente a la realización de la misma y porque sólo el deporte los
transmite en sí mismo.
Si las metas
extrínsecas -tales como vencer al adversario, querer impresionar al auditorio -
son lo que a uno le preocupa, entonces es probable que la competición se
convierta en una distracción, en lugar de ser un incentivo para enfocar la
conciencia sobre lo que sucede" (íbid.:117).
En definitiva, de lo
que se trata es de devaluar el concepto
de competición entendido éste únicamente en el ámbito selectivo. Reconocer que
el conflicto de la competición debe estar orientada a superar un objetivo y no
a los antagonistas (Nisbet cit. por Blanchard y Cheska, 1986:39).
Varios
autores coinciden en que el deporte es uno de los últimos ámbitos donde las discriminaciones y segregaciones por sexo están
aceptadas, avaladas y respetadas, esto fundado especialmente en las
ciencias biológicas, anclaje concreto para las ciencias aplicadas a las
actividades deportivas.
Estas
creencias que sostuvieron diferencias y pautaron los ingresos o exclusiones de
las mujeres a aquellos sectores sociales considerados aptos para ellas, fueron
perdiendo poder en casi todos los campos culturales, sociales, económicos,
laborales y políticos.[2]
Para
lograr un verdadero cruce temático entre la perspectiva de género y desarrollo
del deporte, tanto social o de rendimiento, es necesario no establecer una
relación subsidiaria entre estos conceptos, ya
que se corre peligro de tratar la temática de género como un apéndice externo.
También
es preciso que la relación entre género y deporte, se establezca dentro de una versión actualizada de este binomio y no
oponiendo una visión obsoleta y estática de género a una visión del deporte en
cambio constante.
[1] http://www.efdeportes.com/efd31/valores.htm.
Recuperada 8.11.16
[2] Revista
digital · Año 14 · N° 133 | Buenos Aires, Junio de 2009. http://www.efdeportes.com/efd133/politicas-deportivas-con-perspectiva-de-genero.htm.
Recuperado 15.11.16