En Latinoamérica, el acceso de las mujeres a los estudios
universitarios se produjo a partir de la década de 1880 y también la carrera de
medicina tuvo un rol protagónico. Fueron cinco los países latinoamericanos que
incorporaron mujeres a la universidad en el siglo XIX: Brasil, México, Chile,
Cuba y Argentina.
Germán Rama (1987) caracteriza a la política educativa
llevada a cabo en América Latina por dos aspectos centrales: la expansión en la
educación elemental en el marco de una función socializadora dirigida a la
homogeneización de la población alrededor de un conjunto básico de códigos y
valores y el desarrollo de la enseñanza media y superior dentro de una
orientación humanística y enciclopedista destinada a la formación de élites
dirigentes.
El debate acerca de la educación femenina tuvo también lugar
en la Latinoamérica decimonónica. Las mujeres habían cumplido un importante rol
en las luchas por la independencia: organizaron veladas y tertulias,
principalmente las de clases medias y altas, que tenían carácter sociocultural e intelectual y que ofrecían un lugar de encuentro propicio para reuniones políticas; prestaron servicios en hospitales de campaña; intervinieron en
numerosas escaramuzas disfrazadas de hombres; actuaron como espías y correos,
tomando partido y apoyando decididamente las luchas por la independencia"
(Sánchez Korrol, 2004).La educación, al tiempo que constituía uno de los principales reclamos femeninos, contribuía a fomentar la conciencia feminista. Lavrin (1981) sostiene que "los cambios en la situación de las mujeres en Argentina se deben principalmente al ímpetu de las mujeres instruidas de clase media". Sostenemos que las primeras universitarias constituyeron, con sus reclamos y producciones escritas, un importante antecedente de los estudios de educación y género.
La educación de las mujeres en Latinoamérica, según Miller (citada por Sánchez Korrol, 2004) debe considerar entre otros aspectos, la historia de las ideas sobre la educación femenina y esta historia fue importante desde mediados del siglo XIX.
Es en este contexto de debate de ideas, que las mujeres iniciaron su búsqueda de educación universitaria en Latinoamérica, casi medio siglo después de que las norteamericanas lograran hacerlo. No les resultó fácil ya que, la educación universitaria estaba destinada a la formación de elites dirigentes.
La primera mujer latinoamericana que obtuvo su grado
universitario fue Augusta Generoso Estrella, que se graduó de médica en la
Geneva Medical School, en Estados Unidos (más tarde llamada universidad
Hobart). Esta joven, como tantas otras de diferentes países, decidió viajar
para acceder a estudios que les estaban negados en su país. No fue la única
brasileña que estudió Medicina en Estados Unidos, también lo hicieron Josefa
Águeda Felisbella y Mercedes de Oliveira.
El primer paso importante para que las mujeres también pudieran acceder a la educación universitaria, fue la
creación de institutos de educación media para señoritas. Sin duda, los cambios
económicos y culturales y las legislaciones vigentes constituían marcos que
posibilitaban el acceso de las mujeres a los distintos niveles educativos.
En 1877, el Ministro de Instrucción Pública
de Chile, Miguel Amunátegui, dictó el decreto que permitía a las chilenas ingresar a la universidad. En ese país,
ingresaron a inicios de la década del 80 dos jóvenes a la carrera de Medicina: Eloísa Díaz y Ernestina Pérez. La
primera se licenció en Medicina y Farmacia el 27 de diciembre de 1886 y pocos
días después, el 2 de enero de 1887 obtenía e l título de Doctora en Medicina y Cirugía, transformándose en la primera
mujer de América del Sur en obtener un título en una universidad
latinoamericana. El 6 de enero se graduó Ernestina.Matilde Montoya |
Durante ese mismo año, obtenían su título universitario Matilde Montoya, mexicana y la brasileña
Rita López, ambas en medicina. Estas dos mujeres tuvieron que enfrentarse a
las restricciones de la época y mostraron una firme voluntad de estudiar.
Matilde Montoya, excelente alumna en la escuela primaria, fue rechazada en el
examen de selección en la Escuela Normal por no tener la edad requerida para el
ingreso, que era de dieciséis años. Ante el rechazo, su madre la impulsó a estudiar
obstetricia, por lo que se matriculó en 1870 en los cursos de obstetricia de la
Escuela Nacional de Medicina. Graduada, trabajó en el Hospital de San Andrés,
donde se entrenó en operaciones de pequeña cirugía. Trabajó también en forma privada en Puebla
llegando a tener una importante clientela, lo que le valió críticas. Esto la decidió a continuar sus estudios y en 1887 recibió el título de médica
cirujana.
Por su parte, Rita López se matriculó en la Facultad de
Medicina de Bahía.
En la actualidad, puede observarse como la emancipación, la cooperación, la equidad, la compatibilidad con el medio ambiente, se han convertido en aspectos esenciales del desarrollo humano.
La educación superior en particular está destinada en primer lugar, a fomentar una cultura que tome en consideración la equidad entre los sexos, con miras a promover el desarrollo humano sostenible y la paz.
No obstante, es todavía necesario seguir realizando acciones que estimulen una mayor participación femenina en el campo científico y tecnológico.