viernes, 20 de septiembre de 2019

Una gran responsabilidad, ser abanderado/a

Durante la Antigüedad, las banderas fueron objetos religiosos del más alto valor. Su pérdida señalaba que los dioses habían abandonado a un pueblo, lo que decidía la suerte de la batalla. Por eso, los abanderados y escoltas se elegían entre los guerreros de elite, los de mayor bravura y sagacidad, quienes juraban defender sus banderas a costa de la vida. Era un honor desempeñar estas funciones pues representaban a todo el ejército; más aún, a la totalidad de su pueblo. La distinción implicaba mantener el uniforme y equipo en forma impecable; no era importante el lujo, sino que se llevaran con la mayor dignidad, aunque fueran modestos o estuvieran gastados por las campañas.[1]

El tahalí cruza el pecho del abanderado, desde el hombro izquierdo hasta la derecha de su cintura. Las bandas de los escoltas llevan la posición inversa (de derecha a izquierda); pues recuerdan el tahalí con que los guerreros llevaban su espada. La bandera se mantiene bien firme, siempre; aún en la posición de “descanso”: el asta se toma con la mano derecha, colocando el regatón junto a la punta del pie derecho (cara exterior), sin que el paño cubra al portador. Cuando el abanderado se desplaza, apoya el asta bandera en el hombro derecho, formando un ángulo de 45 grados. Debe cuidar muy especialmente que la enseña no caiga hacia atrás del hombro.

El 22 de septiembre es el “día del abanderado”, en recuerdo del rosarino Mariano Grandoli, muerto heroicamente empuñando la bandera que juró defender en el asalto a la fortaleza de Curupaity (1866). La enseña, perforada por catorce balazos y manchada con la sangre de su abanderado se preserva en el Museo Histórico de Rosario.

En términos militares, el abanderado es el que lleva la bandera de la unidad, lo que se considera un alto honor. Antaño, cada compañía tenía su bandera particular y entonces el encargado de llevarla se llamaba alférez, cuyo nombre se conoce en la milicia española.  Los alféreces no tenían más encargo que el de llevar la bandera, pero desde que se publicó la ordenanza de 1728, por la cual solo se dejó una bandera a cada batallón, el abanderado, cuyo nombre sustituyó al de alférez, tuvo a su cargo nuevas obligaciones.[2]



Por primera vez en 25 años de educación secundaria, la bandera argentina de ceremonia del Liceo Aeronáutico Militar quedó en manos de una mujer. El galardón lo obtuvo Solange Picciau Loinaz que con un promedio de 9,49 pasó a ser la primera cadete que lleva tal distinción.

La joven es de Funes, egresó en el año 2009 junto a la promoción 26. Tal es el apego que tiene por el colegio que decidió tomar el régimen de pensión completa y salir solo los fines de semana.
Empezó primer año cursando como alumna de régimen externo, modalidad similar a cualquier secundario "pero cuando conoció la parte militar le gustó, entonces decidió inscribirse como cadete. Comentó al Diario LA CAPITAL,  que "le encantan las actividades físicas, salir de campaña, el tiro y competir con otros liceos".

Hay una tradición de hombres, por eso puede ser que cuando aparece una mujer se marque o resalte", opinó la cadete y agregó que "las mujeres de a poco van metiéndose en las carreras militares. Cuando entré éramos 30, ahora somos 52".[3]

En la actualidad, Solange Cecilia Picciau Loinaz tiene 23 años y fue elegida entre más de 400 jóvenes de todo el país para participar de un intercambio cultural en Estados Unidos  en el marco del programa "Futuros Líderes".[4]

El diario “LaCapital” la premió como personalidad destacada del año 2008 por ser un ejemplo para muchos jóvenes por su responsabilidad, entrega y ejercicio de la vocación.




En el 2009, el Concejo Municipal de Funes le otorgó el diploma de honor, destacando su permanente compromiso con la formación educativa y ser ejemplo para la comunidad.

Actualmente está cursando el cuarto año de la carrera de Ingeniería Civil en la Facultad de Ciencias Exactas, Ingeniería y Agrimensura de la Universidad Nacional de Rosario.

Quienes tienen el honor de portar La Bandera de Nuestra Patria, reflejan un alto grado de responsabilidad , perseverancia y compromiso, la presencia de valores como  solidaridad,  compañerismo, constancia y respeto, que se van construyendo día a día a través de su trayectoria por nuestro Instituto. 

Ello supone la guía de sus docentes, y, por sobre todo, lo adquirido en la primera escuela, que es la familia, pilar que orienta, contiene y..... educa.