miércoles, 25 de noviembre de 2020

Qué significa la Violencia simbólica?

La respuesta a ésta pregunta, abre una  nueva búsqueda, que le antecede, referida a descubrir cuáles son los mecanismos históricos responsables de la deshistoricización de las estructuras de la división sexual y de los principios que la originaron.

….A esta cuestión, sin duda  urgente, se le agrega una más a saber:  que las relaciones entre los sexos están menos transformadas  de lo que una observación  superficial  podría  hacer creer  y   que   el conocimiento   de las  estructuras de una sociedad androcéntrica bien conservada ofrece instrumentos para entender algunos de los aspectos mejor disimulados de lo que son estas relaciones en las sociedades contemporáneas.

Entonces, entre el proceso de deshistorización sumado a una transformación periférica, se va "filtrando casi inadvertidamente" la violencia simbólica.
Plantearnos el problema en estos términos significa, avanzar  en el  principio de un progreso decisivo para la acción. Recordemos que lo que, en la historia,aparece como eterno sólo es el producto de un trabajo de itemización que incumbe a instituciones (interconectadas) tales como la familia, la iglesia, el estado, la escuela, así como, en otro orden, el deporte y el periodismo.
…..Si integramos a la historia éstos párrafos que han quedado borrosos y desdibujados, podremos devolver,  a la acción histórica, la relación entre los sexos que la visión naturalista y esencialista les ha venido negando.
Pierre Bordeau (1), sostiene que: “ha visto en la dominación masculina, y en la manera como se ha impuesto y soportado,  la violencia simbólica, violencia amortiguada, insensible, e invisible para sus propias víctimas, que se ejerce esencialmente a través de los caminos puramente simbólicos de la comunicación y del conocimiento o, más exactamente, del desconocimiento, del reconocimiento o, en último término, del sentimiento”.   

Esta relación social extraordinariamente  común ofrece por tanto una ocasión privilegiada de entender la lógica de la dominación ejercida en nombre de un principio simbólico conocido y admitido tanto por el dominador como por el dominado:
              un idioma (o una manera de modularlo),
  un estilo de vida (o una manera de pensar, de hablar o de comportarse) y,
 una característica distintiva, emblema o estigma, cuya mayor eficacia simbólica es la característica corporal absolutamente arbitraria e imprevisible, o sea el color de la piel.
Vemos claramente que en este campo lo más importante es denunciar los procesos responsables de la transformación de la historia en naturaleza, y de la arbitrariedad cultural en natural.

…Aunque es cierto que, el principio de la perpetuación de esta relación de dominación, no reside fundamentalmente, en uno de los lugares más visibles de su ejercicio, es decir, en el seno de la unidad doméstica (sobre la cual determinado discurso feminista ha concentrado todas sus miradas) sino en unas instancias tales como la escuela o el estado -lugares de elaboración y de imposición de principios de dominación que se practican en el interior del más privado de los universos.[1]
Somos educad@s desde que somos pequeñ@s de forma diferente y esto hace que seamos y tengamos comportamientos diferentes.
Según se nazca varón o mujer, seremos y nos comportaremos en función del sexo con el que nacemos. Desde que somos pequeños nos educan de forma diferente, si bien, las diferencias con las que nacemos no tienen nada que ver con lo que haremos en la vida.
¿Nunca se han planteado porqué todas las mujeres hacen las cosas de casa y porqué son los hombres los cabeza de familia? Nuestra sociedad es la que hace esta diferencia. Mientras, a las mujeres se les ha dado un trabajo dentro de casa, a los hombres se les ha dado el trabajo fuera de casa. Esto ha perjudicado a las mujeres, incluso hoy en día, aunque también nosotras podemos trabajar fuera de casa, seguimos asumiendo el trabajo dentro de casa. A esto se le conoce como doble jornada.[2]
Se ha avanzado mucho, pero todavía no tenemos la misma igualdad que los varones.

A nosotras nos enseñan a ser: más cariñosas, más afectuosas, más dialogantes, nos gusta estar guapas para ellos, ellos nos deben invitar a salir, nos preocupamos más por ellos.
A ellos les enseñan a ser: más competitivos, más independientes, se preocupan más por sus cosas, nos dan la misma importancia que a sus amigos, llevan mejor las críticas y los errores.
La forma en que  nos educan limita nuestra vida.
¿Qué es más importante para una mujer en el futuro, crear una familia o tener una carrera profesional brillante? La mayoría de las chicas responden que es más importante tener una relación para crear una familia. El trabajo queda para nosotras en segundo plano. El que la mayor parte de las chicas piensen lo mismo está relacionado con la forma en que nos han educado.
Es normal que en las relaciones humanas existan conflictos, pero hay que diferenciarlos del maltrato. Los conflictos surgen en ocasiones y se arreglan hablando y buscando soluciones. No hay que temer los conflictos, ayudan a consolidar una relación sana. Si es maltrato se da, ocurre de forma repetida y empeorará con el tiempo. Lo reconoceremos porque él quiere llevar siempre la razón e imponer su criterio sin respetar el de la otra persona.
Las relaciones sanas son aquellas en las que estamos a gusto con el otro/otra, porque nos trata con respeto.
¿Qué es tratar con respeto?
Que: Tus opiniones son tan importantes como las de él, aunque sean diferentes.
Poder Hablar de los conflictos sin temor ni imposición.
Compartir los problemas y respetar las soluciones que cada uno encuentre.




[1] Bourdieu P.- “La dominación masculina” Editorial:  Édirions du Seuil . París, 1998. Pág7-15.
[2] Guía para jóvenes.pdf
(1) Pierre-Félix Bourdieu fue uno de los más destacados representantes de la sociología de nuestro tiempo.